Buenas compañeros/as
En contables ocasiones sucede que no sabemos apreciar lo que tenemos más cerca, lo que vemos día tras día, lo que está a tan solo un paso de nosotras narices. Y así me pasó a mi con la ruta que ocupa estas líneas y que realizamos hace ya unos cuantos años atrás. A modo de prólogo, recuerdo que un día realizamos una pequeña ruta se senderismo por el lugar conocido como "Las Yeseras", cuando aún estábamos en la escuela, o sea que estoy hablando de hace unos 12 ó 13 años atrás. Digo esto porque me acuerdo de lo que me dijo el maestro que nos acompañaba, o mejor dicho, al que acompañábamos durante esta pequeña caminata escolar. Exactamente las palabras literales no las recuerdo, pero sí su cara y su expresión, dijo: "esto es maravilloso". Lo cierto es que cuando tienes una decena de años no haces caso de muchas cosas, pero esas palabras se me quedaron grabadas y aún hoy las recuerdo. Y digo esto porque aquel maestro llevaba razón; aquello era, y es, espectacular. Lo que más me impacta del barranco, en general, es la gran cantidad de "colores" que tiene. Tenemos tierra tipo arcillosa, de un rojo intenso, tenemos el blanco de las yeseras, tenemos el marrón típico de cualquier terreno, el grís del rocaje, en fin, las palabras son insuficientes para describir esto; hay que verlo y sentirlo. Y así, ya unos años después, decidí que aquello tenía que sentirlo, tenía que verlo, tenía que estar allí mismo. Con esto, una mañana de domingo, decidimos adentrarnos en este lugar "acercado" de la mano de Dios. Mi padre fue nuestro guía (mío y de mi hermano), y comenzamos a bajar, desde las Cuevas de Corea, hasta la rambla, que en aquellas fechas llevaba agua, dando así mas "magia" al lugar. Una vez llegamos a la rambla, fuimos a contracorriente, sorteando y disfrutando de la orografía del terreno, hasta llegar a un lugar al cual "le tenía ganas desde hacía tiempo"; la Cueva del Tío Francés. La cueva en sí no tiene nada de especial, pero yo la veía al otro lado del barranco y me decía entre sí; ¿cómo será aquello? ¿qué habrá allí? Y así lo hicimos, una vez la localizamos desde abajo, iniciamos el ascenso (bastante pronunciado) hasta llegar a tal cavidad. Desde allí podemos tener una buena vista parcial de Las Almontaras, y podemos comtemplar un área bastante extensa. Y bueno, un pequeño sueño cumplido, el cual estoy muy orgulloso de haber realizado, porque es un lugar que tenemos tan cerca que sería una lástima no disfrutar. Aquí van las fotos.
Hasta otra...
En contables ocasiones sucede que no sabemos apreciar lo que tenemos más cerca, lo que vemos día tras día, lo que está a tan solo un paso de nosotras narices. Y así me pasó a mi con la ruta que ocupa estas líneas y que realizamos hace ya unos cuantos años atrás. A modo de prólogo, recuerdo que un día realizamos una pequeña ruta se senderismo por el lugar conocido como "Las Yeseras", cuando aún estábamos en la escuela, o sea que estoy hablando de hace unos 12 ó 13 años atrás. Digo esto porque me acuerdo de lo que me dijo el maestro que nos acompañaba, o mejor dicho, al que acompañábamos durante esta pequeña caminata escolar. Exactamente las palabras literales no las recuerdo, pero sí su cara y su expresión, dijo: "esto es maravilloso". Lo cierto es que cuando tienes una decena de años no haces caso de muchas cosas, pero esas palabras se me quedaron grabadas y aún hoy las recuerdo. Y digo esto porque aquel maestro llevaba razón; aquello era, y es, espectacular. Lo que más me impacta del barranco, en general, es la gran cantidad de "colores" que tiene. Tenemos tierra tipo arcillosa, de un rojo intenso, tenemos el blanco de las yeseras, tenemos el marrón típico de cualquier terreno, el grís del rocaje, en fin, las palabras son insuficientes para describir esto; hay que verlo y sentirlo. Y así, ya unos años después, decidí que aquello tenía que sentirlo, tenía que verlo, tenía que estar allí mismo. Con esto, una mañana de domingo, decidimos adentrarnos en este lugar "acercado" de la mano de Dios. Mi padre fue nuestro guía (mío y de mi hermano), y comenzamos a bajar, desde las Cuevas de Corea, hasta la rambla, que en aquellas fechas llevaba agua, dando así mas "magia" al lugar. Una vez llegamos a la rambla, fuimos a contracorriente, sorteando y disfrutando de la orografía del terreno, hasta llegar a un lugar al cual "le tenía ganas desde hacía tiempo"; la Cueva del Tío Francés. La cueva en sí no tiene nada de especial, pero yo la veía al otro lado del barranco y me decía entre sí; ¿cómo será aquello? ¿qué habrá allí? Y así lo hicimos, una vez la localizamos desde abajo, iniciamos el ascenso (bastante pronunciado) hasta llegar a tal cavidad. Desde allí podemos tener una buena vista parcial de Las Almontaras, y podemos comtemplar un área bastante extensa. Y bueno, un pequeño sueño cumplido, el cual estoy muy orgulloso de haber realizado, porque es un lugar que tenemos tan cerca que sería una lástima no disfrutar. Aquí van las fotos.
Hasta otra...
Terreno multicolor
Comenzamos a bajar
Ya estamos en la rambla
Un "miniafluente" de la rambla
Sin comentarios
Seguimos rambla arriba
Una pequeña fuente
Lugar increíble
Agua no muy potable...
Continuamos la caminata
La espectacularidad del terreno...
Contrastes
Grieta en el camino
Pequeños saltos de agua
En el camino encontré esto. Una "perra gorda" del año 1878, más de 130 años...
El pueblo desde el otro lado del barranco
Último empujón
Parte de la cueva
Mi hermano de joven
Que tiempos aquellos :D
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