Un poco de historia...

Breve reseña histórica de nuestro pueblo

En Las Almontaras, según cuentan los antepasados, el "mote" o sobrenombre de Los Chavos proviene de un señor al cual le llamaban Agustín Chavo, que vino de fuera y aquí se casó, tuvo una gran familia y del cual aún hoy queda descendencia.

Este señor vivió en el cortijo del Tío Pitillos, al lado de un solar que le llamaban La Charca (le llamaban así porque cuando llovía toda el agua que venía de la Cañada del Perro es estancaba allí, y además servía en invierno para dar de beber a los animales y lavar la ropa).

En aquellos tiempos había muy pocos vecinos y según cuentan solo estaban El Cortijo del Almacén, El Cortijo de la Tía Adolfina, El Cortijo del Tío Celestino, La Casa del Tío Pedro "El Canillo", Los Cortijos Altos, los de Los Carreteros, La Casa de Juan Alonso, La Casa de la Tía Matilde, la del Tío Cristóbal Comino, la de Los Canillas y muy pocas más, las cuales completaban el pueblo con las cuevas.

En Almontaras siempre ha existido la ermita, aunque casi nunca venía el cura a decir misa. Para todo había que ir a Castril, y la gente lo pasaba bastante mal, sobretodo cuando había algún funeral y tenían que ir río arriba en invierno con un barrizal que llegaba hasta las rodillas. La ermita se encontraba en ruinas y fue derrumbada completamente y sustituida por una nueva, que es la que podemos disfrutar hoy en día.

Alrededor del año 1850 no había agua y los vecinos se servían de una fuente que había en el barranco cercano a la Cueva de la Tía Flor. A esta fuente se le llamada el Pozo Atrás y se encontraba al norte del pueblo. Los animales se abastecían de pozos que hicieron en el barranco que se encuentra en mitad del pueblo, más exactamente donde está el Parque Nuevo. En todo el trayecto había como unos 8 ó 10 pozos, los cuales tenían su dueño y estaban cerrados con llave. El agua no era potable y se solía sacar con carrucha o bien tirando de una cuerda con un cubo, lo que conllevaba cierto grado de peligrosidad y esfuerzo.

Para lavar la ropa, la gente tenía que bajar al río con las bestias para llevar la carga. La tierra era cultivada y se sembraban toda clase de hortalizas. Más tarde, la cosecha recogida servía para todo el año (los productos se guardaban en cámaras), ya que entonces no había supermercados donde vendieran frutas ni otras muchas cosas. Los tomates, cuando entraba el frío, se recogían verdes y después los colgaban hasta Navidad, y ya no había más hasta la próxima cosecha.

En aquellos años llovía mucho y esto hizo que se produjera una quebrada no muy lejos del pueblo, ligeramente por debajo del lugar denominado Salto del Carnero, donde hay un corte de 15 ó 20 metros de altura y al final del cual empezó a salir agua, siendo aprovechada por lo vecinos. 

Según cuentan había un pino muy grande en la era del Tío Antonio Canillas, el cual cortaron para hacer una canal que sirviera para "subir" el agua, por medio de aguaderas, hasta las cass y así facilitar el consumo. Entre todos decidieron ponerle el nombre de Fuente de La Canalilla. Unos años más tarde pusieron una fuente en la puerta de la ermita y más tarde las aguas potables.

La gente más mayor recuerda que había un maestro nacional para todos y las clases se daban en el primer piso de la casa del Tío Pedro El Canillo (ahora habitada por Jaime y Carmen) y así fue desde los años 1930 hasta que hicieron las escuelas que hasta hace bien poco se han estado utilizando. Posteriormente ya hubo algún ventorrillo donde vendían vino y aguardiente y alguna tienda con muy poca cosa, hasta llegar a nuestros días.

Nuestra pequeña ermita

Con vistas a la parte baja del pueblo

La conocida "Cuesta del Barbero"

Interior de la ermita

El Dani Rovira de las fiestas almontareñas de antaño

Carretera a Castilléjar nevada

El pueblo desde el aire

Nuestro querido patrón; San Antonio de Padua

Barranco de La Canalilla

Procesión unos años atrás...

La juventud del pasado

Vista parcial de Las Almontaras

*Información extraída del programa de fiestas de 2009.