Buenas compañeros/as de montaña
Dentro del amplio repertorio de atalayas de la comarca de Huéscar, ésta es una de las más llamativas para mí. Yo la veía en lo alto y a lo lejos en contables ocasiones, y cada vez tenía más ganas de subir y disfrutar de ella y de sus vistas. Así que, tras informarnos sobre por donde sería aconsejable ascender, nos recomendaron hacerlo desde la Ermita de la Virgen de la Cabeza, y así lo hicimos. En una mañana de sábado nos levantamos más o menos temprano, ya que en teoría la jornada iba a ser larga, y sobre las 9 de la mañana (nos gusta llenar el estómago de hidratos, de ahí la tardanza), nos plantamos sobre la acequia de la ermita, dispuestos a comenzar la aventura. Una vez te bajas del coche y divisas, a lo lejos, la atalaya, te das cuenta de que aquello no iba a ser un paseo. El nombre de la sierra no es un nombre que invite a aventurarse en ella, pero la verdad es que la situación me parecía, cuanto menos, emocionante. Conforme íbamos subiendo iban apareciendo cada vez más manchas de nieve, y yo que soy como un crío pequeño, más emocionado estaba y más disfrutaba la subida. Esta sierra es muy bonita y con nieve, mejor que mejor. La subida tenía algunos tramos donde más de una vez tuvimos que usar las manos y en modo cuadrúpedo, continuar la subida. Cuando estábamos a poco más de la mitad de camino, nos encontramos con unas considerables paredes de piedra viva que nos advertían de la complicada situación. He de reconocer que a partir de aquí tuvimos suerte, y además de suerte, le echamos coraje y valor para buscar una ruta a través de toda esta muralla gigante. Tuvimos que sacar a relucir nuestras dotes de escalada y con esto, además de una buena dosis de adrenalina, vimos un poco de luz y, después de esta metafórica luz, la atalaya. Allí estaba, y con paso firme nos plantamos en su base por fin, tras casi una hora y media de subida. Arriba no teníamos ninguna prisa y pateamos la zona en busca de nieve, la cual no fue difícil de encontrar en una pequeña zona orientada al norte. Tras disfrutar de la nieve y explorar mínimamente la zona, disfrutamos del objetivo de la jornada de hoy; la Torre del Muerto. Lo cierto es que esta atalaya está bastante derruida ya, como sucede con muchas otras, pero aún conserva el prestigio que pudo tener antaño. Y que decir de las vistas de las que disfrutamos; a un paso tenemos Huéscar, que parece estar más cerca de lo que realmente está, el Marmolance con sus enormes paredes y cuerpo rojizo, la larguilucha Sierra Seca, La Sagra, siempre mirándonos por encima, entre otras. Y después de la sesión fotográfica y llenar el estómago por segunda vez, iniciamos el descenso, más o menos paralelo a nuestra línea de subida, y así, tras casi una hora y media de descenso, llegamos de nuevo a la ermita, dando por concluida la bonita jornada de hoy. Esta atalaya se trata además de la cima de la Sierra del Muerto, a 1479m, con lo cual teníamos doble motivo (aunque lo de doble se queda corto) para subir allí. Al final tardamos menos de lo esperado, parece ser que estamos en forma ;)
Y poco más que añadir, segunda atalaya conseguida (tras la de Campo - Botardo) y aún nos quedan otras cuantas. Pronto serán plasmadas en estas líneas, estoy seguro.
Hasta otra...
Hasta otra...
Empezamos la subida con un cielo tapado.
Primeras manchas de nieve.
Ella y sus poses.
Por allí queda nuestro objetivo.
La nevada de hace unos días aún aguanta tímidamente.
Algunas dificultades...
Ahora empezaba la aventura de verdad.
Incluso tuvimos que superar algunas trepadas.
Bonitas paredes. Detrás, el Marmolance.
Pequeño descanso antes de la cima.
Último tramo de la subida. Ya faltaba poco...
Por allí queda el vértice geodésico de la Sierra del Muerto, a 1455m.
Vistas de Huéscar desde la atalaya.
Ya estamos aquí.
Vistas del Marmolance.
Con la Sagra al fondo.
Posando.
Objetivo cumplido.
Otro aliciente más, por lo menos para mí. La nieve me puede...
Nuestro recoveco en la subida...
Esperemos que aguanten un rato más...
Y seguimos para abajo.
Y pisando nieve en algunos tramos.
Bonito lugar.
Ahora tocaba agacharse.
Ya estamos de vuelta.
Posando en la Ermita de la Virgen de la Cabeza, principio y fin de la jornada montañera de hoy.
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