Cueva de la Encantada
Buenas compañeros/as de montaña
Hace tiempo que sentía curiosidad por esta cueva. Cada vez que alzaba la vista a lo lejos y la veía, me preguntaba que cómo sería esta cueva enclavada en mitad de la Sierra de la Encantada. Así que una mañana de domingo nos pusimos los atuendos necesarios para comenzar la subida que nos llevaría al encuentro de tal cavidad. Cogimos el camino del canal y aparcamos el coche en una sombra, ya que el sol apretaba de lo lindo, y comenzamos las andadas campo a través y superando el poco desnivel que nos separaba de nuestro destino. Y así, en poco menos de media hora nos plantamos en la misma "puerta" de aquel boquete inmenso. Una vez dentro, las vistas y la belleza dejan mucho que desear, y es que el interior de la cueva es casi minúsculo, tan solo unos 10 metros de profundidad. Además, el olor a ganado ovino es tal que la respiración, si eres delicado y no estás acostumbrado, puede ser molesto. Pero ya que estaba allí, decidí explorar un poco para ver si había algo más por aquellos adentros. En la parte izquierda y al fondo de la cueva, conforme entras, hay una pequeña grieta, en la cual puedes entrar (si no estás demasiado entrado en carnes) y acceder a otra sala pequeñita y muy oscura, ya que la luz no llega hasta allí. La verdad es que pude ver poco porque no disponía de linterna, así que me tuve que conformar con ver algo de manera intuitiva en aquella zona camuflada de la cueva. Y bueno, poco más que decir de esta cueva, hoy en día es comúnmente utilizada como refugio de pastores y no goza del prestigio que tuvo antaño. Se dice que sirvió de escondite y guarida de las tropas cristianas en la reconquista, y la leyenda cuenta que las hijas del Sultán que dominaba estas zonas, pasaban las noches en sus dependencias y que el ejército cristiano caía rendido ante tanta belleza. Lo cierto es que fue una experiencia bonita y fue gratificante estar en un lugar tan "misterioso", o eso dicen...
Hasta otra...
Hace tiempo que sentía curiosidad por esta cueva. Cada vez que alzaba la vista a lo lejos y la veía, me preguntaba que cómo sería esta cueva enclavada en mitad de la Sierra de la Encantada. Así que una mañana de domingo nos pusimos los atuendos necesarios para comenzar la subida que nos llevaría al encuentro de tal cavidad. Cogimos el camino del canal y aparcamos el coche en una sombra, ya que el sol apretaba de lo lindo, y comenzamos las andadas campo a través y superando el poco desnivel que nos separaba de nuestro destino. Y así, en poco menos de media hora nos plantamos en la misma "puerta" de aquel boquete inmenso. Una vez dentro, las vistas y la belleza dejan mucho que desear, y es que el interior de la cueva es casi minúsculo, tan solo unos 10 metros de profundidad. Además, el olor a ganado ovino es tal que la respiración, si eres delicado y no estás acostumbrado, puede ser molesto. Pero ya que estaba allí, decidí explorar un poco para ver si había algo más por aquellos adentros. En la parte izquierda y al fondo de la cueva, conforme entras, hay una pequeña grieta, en la cual puedes entrar (si no estás demasiado entrado en carnes) y acceder a otra sala pequeñita y muy oscura, ya que la luz no llega hasta allí. La verdad es que pude ver poco porque no disponía de linterna, así que me tuve que conformar con ver algo de manera intuitiva en aquella zona camuflada de la cueva. Y bueno, poco más que decir de esta cueva, hoy en día es comúnmente utilizada como refugio de pastores y no goza del prestigio que tuvo antaño. Se dice que sirvió de escondite y guarida de las tropas cristianas en la reconquista, y la leyenda cuenta que las hijas del Sultán que dominaba estas zonas, pasaban las noches en sus dependencias y que el ejército cristiano caía rendido ante tanta belleza. Lo cierto es que fue una experiencia bonita y fue gratificante estar en un lugar tan "misterioso", o eso dicen...
Hasta otra...
Empezamos la caminata. En la punta de mi dedo está nuestro destino.
Vistas hacia adelante...
Y hacia detrás. Vamos chiquillaaaaaa...
En el interior de la Cueva de la Encantada.
Descansando un poquillo en la cueva. En la parte izquierda de la foto, la huella de la gente irresponsable.
Casi la totalidad de la cueva...
Vistas desde el fondo.
Huéscar desde la Cueva de la Encantada.
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